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Mostrando entradas de julio, 2011

Cueva de Cerdaña, ayer y hoy

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Este artículo es un poco rarito, lo reconozco. En lugar contar una excursión mía, voy a hablar de la hizo hace casi cien años D. Carlos Sarthou, y que publicó en la revista la Esfera. Por supuesto colocaré alguna foto mía y actual, pero la estrella en este caso es este documento histórico de la espeleología valenciana. La revista ilustrada La Esfera se publicó en Madrid, desde 1914 hasta 1931, siendo la casa editorial “Prensa Gráfica”. La revista tenía un aire modernista, y ocupó un lugar destacado entre las publicaciones de la época, como la “Ilustración Española y Americana”, “Blanco y Negro” y “Nuevo Mundo”.  Portada de la Esfera, año 1914. La Esfera era una publicación semanal con un componente gráfico muy fuerte, y para el tratamiento de los distintos temas, tanto de actualidad como de carácter cultural, contó con autores y personajes relevantes en los diferentes campos. Uno de esos autores fue el castellonense D. Carlos Sarthou Carreres (Villarreal 1876, Játiva 1971). Sarth

Lava y hielo

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Este es el tercer y último artículo sobre unos de los viajes más aprovechados que últimamente he hecho, el de Islandia. Ya otros dos artículos, uno dedicado a los túneles de lava y otro a las cascadas, han servido, creo, para dar un poco de envidia a aquellos que aman la naturaleza pura y dura. Aquí pretendo recoger algunas de las últimas impresiones que esa lejana tierra boreal me ha causado. Islandia se encuentra en el centro del atlántico norte, no tanto por su posición geográfica como por su situación geológica. Se encuentra sobre la dorsal centro atlántica, justo donde se separan la placa tectónica europea de la norteamericana. De hecho una mitad de la isla se encuentra en cada una de las dos placas, y la separación de ambas es visible en varios puntos del país. Es esa característica la que le da su naturaleza volcánica a la isla, y por tanto a su paisaje. La posición y el clima hacen el resto. Esa naturaleza volcánica, que en los últimos años ha saltado de tanto en tanto a las

Cascadas de Islandia

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Parece mentira lo que pueden llegar a rendir tres días. Pero claro, en un lugar donde das una patada y sale una maravilla, eso es fácil. Eso es lo que ocurre en Islandia, país poco conocido en comparación con sus merecimientos. En el artículo anterior hablaba en primer lugar, como no podía ser de otro modo, de unas cuevas, las de Sursthellir. Toca ahora a algo que en casi todas partes, menos en Islandia, va ligado a las cuevas y a su formación: el agua. La combinación del paisaje volcánico, a veces prácticamente un desierto rocoso, con unos ríos de caudal muy abundante resulta extraña y en algunos lugares hasta sobrecogedora. La primera cascada que nos encontramos fue una auténtica sorpresa. De repente vimos un pequeño aparcamiento, algo de gente (poca, como en casi todos los lugares de la isla). Su nombre es Godafoss (algo así como cascada de los dioses), y la caída tendrá unos quince metros. Varias cascadas forman una especie de semicírculo, y la más importante es la de más a