Casas-cueva en el Barrio de las Minas

Teruel existe. Creo que ya lo he dicho en alguna otra entrada a este blog, pero es una realidad incontestable, aunque no siempre suficientemente recordada, incluso por sus vecinos. Y existe entre otras cosas porque a nivel natural y cultural es un territorio de un interés muy alto.

Un lugar inmerecidamente poco conocido es el Barrio de las Minas. Fue una gran explotación minera centrada en el azufre, y durante más de 200 años en esa zona se desarrolló una actividad intensa, cuyas huellas han marcado algunos aspectos del paisaje.


Los mineros vivían inicialmente en cuevas vivienda, excavadas en las proximidades de las minas, y ya en el sigo XX se construyó un poblado, más bien un pueblo, pues llegó a tener casi dos mil habitantes, y las cuevas se abandonaron.



La actividad minera cesó en 1957, el poblado fue demolido... y paradójicamente lo que hoy más recuerda aquellas épocas son las humildes cuevas viviendas, muchas de las cuales han resistido el pasó del tiempo y algunas de las cuales han encontrado una nueva vida gracias a un esfuerzo restaurador. Y esas restauraciones no son obra de una fundación millonaria o de una institución cultural de renombre, sino de un sólo hombre. Julián, hijo mineros, tras una vida en Francia de la que conserva un leve acento galo, ha regresado a su tierra y esta demostrando que puede más el amor por sus raíces de un sólo hombre, que las fundaciones, los institutos y las milongas político-económico-culturales. Julián tiene algún apoyo del ayuntamiento, y ha logrado recuperar unas once o doce cuevas (el número crece con el tiempo).




En las cuevas Julián ha colocado algunos enseres viejos y una decoración básica que dan vida a esos espacios haciéndolos de nuevo humanos. Detalles como la camisa colgada en una de las cuevas nos hacen tener la impresión de que el dueño va a regresar en cualquier momento. Las imágenes que se incluyen dan una buena idea de lo que el visitante encuentra: es como asomarse sin permiso a un tiempo pasado.




Además de las casas-cueva restauradas por Julián, merece ser nombrada también la pequeña iglesia troglodita, en la que una vez al año los mineros sobrevivientes y sus descendientes, se reúnen a recordar viejos tiempos, viejos amigos y viejas historias.




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