El Barranco de la Hoz... y alrededores

Aguas arriba del manantial conocido como el nacimiento del río Tuejar, el valle se prolonga bastantes kilómetros, convirtiéndose en un cañón que se adentra en la serranía, hasta llegar a la zona de Arquela, más abierta, donde ya se desdibuja el valle y el río se convierte en una rambla.


Antes de eso, el valle del río Tuejar atraviesa su último estrecho, donde un pequeña presa previene las avenidas- A ambos lados de la garganta aparecen dos abrigos gemelos, a los que la estratigrafía casi horizontal les ha dado una forma alargada, siguiendo la ladera, y ambos han sido aprovechados como corraliza de ganado.


El del norte (margen derecha orográfica) es de fácil acceso, pues para la construcción de la presa se ensanchó el camino que a él lleva. En cambio, el del lado sur del estrecho es de difícil acceso, pues el abandono ha hecho que la senda que sin duda hubo de llevar a él se haya perdido.


Unos pocos cientos de metros aguas arriba de la presita, llega por la margen izquierda el Barranco de la Hoz, bien conocido por los barranquistas pues tiene un descenso interesante. Desde abajo se puede acceder sólo hasta el primer resalto, pero merece la pena.


El barranco comienza siendo muy ancho, pero pronto vemos por delante las dos paredes del cañón por el que discurre el cauce. El lecho de roca desnuda y erosionada, con surcos de erosión de más de un metro de hondo, nos habla de las fuertes avenidas que sin duda protagoniza el barranco.

Justo cuando comienza el cañón, un inconfundible bloque de roca situado en el centro del cauce y en el que crece un pino solitario, parece marcar el inicio de este espectacular barranco (o su final, todo es según se mire). El contraste entre el suelo perfectamente plano del barranco y las paredes verticales le dan un aspecto un tanto irreal.


Según avanzamos, un primer escalón nos obliga a una pequeña trepa, tras la cual el barranco recupera su forma de fondo plano y pareces verticales. En la de la derecha numerosas vías de escalada suben por encima de un abrigo de techo bajo que sirve como sombreada zona de descanso. Algún escalador aburrido ha dibujado en la pared una especie de pinturas rupestres con arcilla, donde hay escenas de caza de... elefantes!!.



Poco más arriba el barranco, que llevaba dirección SE gira hacia el Este y forma un especie de circo que corta nuestro paso. Una cascada, habitualmente seca. recae en una marmita de unos tres metros de honda, autentica trampa para despistados.


Unos peldaños de hierro anclados en la pared permitirían continuar... si no empezaran a dos metros de alto. Seguramente están pensado para facilitar el descenso, no el ascenso. Aguas arriba, comienza la parte estrecha del barranco, que queda pendiente para la próxima.




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