El Castell de Almenara

Toda la vida pasando por la carretera N-340 junto a Almenara (hace años por dentro), y nunca había encontrado el rato para subir a ver su característico castillo y los dos torres que lo flanquean. Pero todo termina llegando y un sábado desocupado fue la ocasión perfecta.


La aproximación no tiene complicación, pues el castillo está justo encima de la población. Llegando a Almenara hay que tomar la calle que va hacia el polideportivo, sobrepasar éste y a partir de ahí ya buscar un sitio para dejar el coche. Continuaremos después por la misma calle hasta que terminan las casas y un camino en fuerte pendiente, cementado y con un cadena que impide el paso de coche, es la ruta que hay que tomar. Este camino, de tierra a poco de empezar, es un paseo más o menos horizontal que recorre la base de la montaña, por encima de las casas del pueblo. A poco de empezar, hay un ensanchamiento a la izquierda, ya a la vista de la primera torre, a la que llaman el Agüelet. De aquí arranca el sendero, a tramos señalizado por una viejas marcas en blanco y amarillo, pero en general bastante perdido.


Subimos hacia el collado, y a partir de éste vamos subiendo por la ladera, formada por estratos de roca que en algunas zonas tiene estructura de lapiaz, hacia el Agüelet, sin que se puedan dar muchas más indicaciones que tirar hacia arriba por el mejor camino posible.


En pocos minutos la torre se yergue ante nosotros, y desde su base comenzamos a tener una excelente vista del pueblo y de la zona de Les Valls. La torre conserva en su interior parte de las dos plantas que tenía, aunque sin ninguna escalera de acceso no se puede subir a la misma (y quizás no sea tampoco muy sano hacerlo).


Desde esta torre vemos ya los muros exteriores del castillo, en cima más alta de este monte. El sendero que nos lleva hacia allí, ahora claramente visible, debe ser parte de la obra antigua del castillo, camino que comunicaría en su tiempo los tres elementos defensivos. Unos potentes contrafuertes para hacer el camino más horizontal nos lo indican.


Conforme vamos subiendo vemos los muros exteriores del castillo, más grande de lo que uno al pasar por la carretera se imaginaba. Superados estos muros, vemos que se trata sólo de un recinto exterior y que sobre nosotros se alza una nueva serie de murallas que forman el núcleo del castillo. En esta zona se ve lo que debió ser un gran aljibe, hoy sin techo y cubierto de vegetación.


Entramos al castillo por donde podemos. La puerta está hacia la zona que da al éste, pero nosotros llegamos por el oeste. Una brecha en la muralla en la parte que da al cortado y al pueblo nos permite acceder a la explanada superior. Las vistas son aún mejores, por más elevadas, que desde la torre del Agüelet. La línea de costa se ve perfectamente, y aunque nos ha tocado un día neblinoso merece una parada y unas fotos.


En la zona más alta del castillo se alzan los restos de lo que pudo ser la torre del homenaje, o algo así, hoy apenas cuatro paredones. También merecen ser mencionadas dos construcciones de la época de la guerra civil, seguramente observatorios. El de la parte este conserva la entrada en ángulo para proteger de la metralla, y parece que fue después reutilizado como base de una antena. La visión desde el observatorio del oeste se recoge en la siguiente panorámica.



Saliendo por ese lado este del castillo, nos encaminamos en una rápida pendiente a la torre conocida como la Agüeleta. De aspecto más moderno. parece que fue reconstruida en época de Isabel II como torre de comunicaciones. Los nombres "oficiales" de las torres parece que son Bivalcadim y Bergamuza, aunque popularmente son el Agüelet y la Agüeleta.

Tras la torre, vemos tres cerros de alturas decrecientes. Son el final del Sistema Ibérico, que desde la lejana Cantabria ha sido la espina dorsal de media península Ibérica, y aquí muere junto al Mediterráneo.


En el descenso nos encontramos con nuevo aljibe, el tercero, totalmente perdido para su función, pero aún entera la obra.


El elevado número de aljibes y la existencia de un triple recinto de murallas (el primero casi desaparecido) da idea de la importancia que debió de tener en su momento esta fortaleza, en la frontera entre los reinos taifa de Tortosa y Valencia, allá por el siglo XI.


Para el descenso hay varias opciones. En este caso lo que se hizo fue retroceder al collado que hay entre la torre este y el castillo, y descender, siguiendo una trocha poco marcada en dirección al pueblo, hasta alcanzar el camino o paseo que rodea el monte. La barrancada está interrumpida por un pequeño cortado, y para salvarlo hay que dirigirse hacia la parte derecha, por donde se ve una senda que va por un escalón del cortado. Ya en el camino, sólo quedaba seguirlo hacia la zona por dónde comenzó la subida.

Aunque la ruta no tiene mayor complicación, aquí está el track para gps:  El Castell de Almenara

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