El Castell de Miravet

Últimamente parece que ha tocado ir a visitar algunos castillos por tierras de Castellón, y no muy lejos del Castillo de Xivert del que ya se habló, hemos visitado estos días el castillo de Miravet.


Este castillo está situado entre Oropesa y Cabanes, en el extremo norte del parque natural del Desert de les Palmes. Enriscado encima del Font de Miravet, el acceso al mismo se hace desde otra fuente, la de Perelló. Desde allí se sigue una pista forestal que remonta hasta llegar al collado, donde tomamos dirección norte por la cresta de la loma. Tras alcanzar la cima (de 306 m de altura) vemos frente a nosotros toda la costa en la zona del Prat de Cabanes, otro paraje natural protegido, con Alcocebre al fondo. Si miramos hacia el interior, vemos al lejano Peñagolosa, referencia singular en estas tierras castellonenses, y mirando hacia el sur vemos, siguiendo la misma sierra en la que nos encontramos, las Agujas de Santa Agueda (de las que también se ha hablado aquí).



Unos pasos más adelante vemos ya, un poco más bajo que nosotros, el castillo de Miravet, subido en unos paredones calizos. Para llegar a él hay que descender por una zona rocosa (hay algo parecido a una senda) unos 70 metros de desnivel. Despues rodeamos el castillo por el oeste, hasta que la senda, recuperada de nueva la cresta de la loma, nos permite acceder al interior.


Entramos, como en tantos castillos, por un hueco en la muralla, y lo primero que encontramo, a nuestra derecha, es un gran algibe, cuyo techo se ha perdido pero cuyas paredes aún conservan el enlucido impremeable que caracteriza estas obras.


Frente a él está la antigua puerta de acceso al recinto interior del castillo, con una entrada amurallada en curva para facilitar la defensa. Esta puerta con arco apuntado se conserva en muy buen estado, con los goznes de apoyo de las puertas y el hueco para el cierre por el interior intactos.




Tras ella accedemos a un recinto en cuyo lado norte hay una gran arco que permite también salir al exterior, aunque seguramente su función original no fuera esa. Sobre este recinto, los restos de la torre del homenaje, agrietada en su parte alta y amenazando desplomarse cualquier día, pero conservando un par de ventanas cuadradas.




Una pequeña trepa (o un hueco en la muralla, junto al cortado) nos permiten acceder al recinto más interior, de reducidas dimensiones y que incluye la mencionada torre.

El conjunto se completa con los restos de la ermita de San Bartolomé, un poco más abajo, y con otros restos dispersos de un recinto amurallado más amplio.


Para regresar hay dos alternativas. La primera es bajar desde el castillo a la carretera Cabanes-Oropesa, que se ve a los pies del cerro, y por ella regresar a la Font del Perelló. La otra es desandar el camino andado, volviendo a subir por la cresta hasta la cota 306 y desde allí bajar al collado para tomar la pista forestal por la que habíamos subido. Pienso que esta es mejor (por más corta) y es la que nosotros tomamos. La subida es de poco más de una hora, asi que es una excursión fácil e interesante.

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